
La intensidad del trastorno varía mucho en las diferentes situaciones, pues no se suele dar durante la lectura oral, cantando o hablando con objetos inanimados y/o naturales, y se agudiza cuando hay presión para hablar. Es decir, la ansiedad, la frustración y la reducción de la autoestima que implica el tartamudeo pueden llegar a alterar la actividad social.
Los criterios diagnósticos establecidos en el DSM-IV son:
- La fluidez y la organización temporal del habla están alteradas, son inadecuadas según la edad del sujeto y con frecuencia se producen una o más de las siguientes manifestaciones:
o Repeticiones
o Prolongaciones
o Interjecciones
o Fragmentación de palabras
o Bloqueos
o Circunloquios
o Exceso de tensión física
o Repeticiones de monosílabos.
- Estas alteraciones entorpecen el rendimiento del sujeto en los ámbitos académico, laboral y social.
- Si hay un déficit sensorial o motor, las alteraciones superan a las habitualmente asociadas a esos problemas.
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